Es difícil estar aquí hoy, celebrando la vida de Tati, y aceptar que ya no está con nosotros. Me levanto y no está ese mensaje de WhatsApp que antes daba por hecho y cuánto daría hoy por volverlo a recibir. Puedo seguir pensando en lo que no esta o no hicimos en su tiempo y arrugarnos mas el alma y corazon por eso decidi pensar, agradecer y recordar con amor todos esos momentos que compartimos con mi abuela. Tati fue un ser lleno de luz, una mujer alegre, chistosa, la que le alcahueteaba todo a sus nietos. Esa abuela a la que le hacíamos chistes hasta el final y que siempre nos sacaba una sonrisa.
Su memoria se queda con nosotros. Yo le hablaré a mis hijos de su bisabuela chistosa, la que siempre estaba pendiente de todos, la que daba sin esperar nada a cambio. Esa que nunca se le olvidaba un regalo, porque era generosa y desprendida de corazón.
Tati la bailadora, la habladora, la que le hablaba a quien tuviera al lado aunque su inglés no fuera perfecto. Ella buscaba la manera tanto asi que hasta palabras se inventaba como “ceboch” en vez de cebolla.
La que llenaba cualquier espacio con su presencia y su energía bonita, haciendo sentir cómodos a todos los que la rodeaban.
Tati fue una mamá entregada, que dio todo por sus hijas. Y ese amor tan grande lo extendió a nosotros: sus nietos, sus yernos, sus bisnietos. Siempre decía, con orgullo, que la inteligencia nos venía de ella, un haz en matemáticas, como le gustaba decir. Y no sólo eso: también fue deportista, bailarina, reina de su colegio. Estudiosa y buena alumna que siempre nos lo recordaba cuando iba a clases de ingles con mi papa.
Competitiva y siempre lista para retarnos en Rummikub, le gustaba tanto que hasta la encontrábamos jugando sola.
Nos deja tanto que por eso la sentimos cerca. Sé que cada vez que haya un partido de fútbol, la escucharemos diciendo: “¡Lagarto, lagarto!”. Vamos a recordar sus chistes sin filtro, sus comentarios espontáneos, su forma directa y honesta de ser.
Fue una mujer aventurera, siempre lista para cualquier viaje con sus hijas, nietos y yernos. Una mujer que se entregó completamente a su familia, y que hablaba de todos nosotros con tanto orgullo. Fue una gran madre, suegra y abuela: siempre ahí para escuchar, apoyar y acompañar, sin importar la situación. Y siempre nos dio el espacio para ser nosotros mismos.
Tati no era una abuela tradicional. Era fuerte, activa, divertida. Nunca se perdía una graduación, un partido, un evento del colegio o una reunión familiar.
Estuvo ahi siempre y se que ahora esta con nosotros en espiritu. Y que aunque se fue tan pronto e inesperadamente se que esta cuidandonos desde arriba y feliz de que la llevamos con nosotros siempre. Porque puede que no este con nosotros en cuerpo, pero la llevamos con nosotros en nuestros corazones, en nuestra memoria y en todo lo que hacemos.
Te amamos, Tati. Siempre.