Expedito Antonio Duran's Obituary
Nacido en el campo de Los Ranchos de Babosico, Santiago de los “29” Caballeros, República Dominicana, Expedito se conocía por su carácter firme, su relajo sano y su amor incondicional por la familia.
Desde pequeño ayudaba en la finca familiar y se ganó el apodo de “La Carpa” por su amor a nadar en el Río Yaque del Norte. A los 18 años, se fue para Nueva York con solo 20 dólares en el bolsillo y un corazón lleno de determinación. Desde lavaplatos hasta convertirse en técnico especializado, Expedito se abrió camino con esfuerzo, trabajo duro y una dignidad que nunca le quitó lo alegre ni lo chistoso.
En 1970 conoció a Ramona mientras ella estaba de visita en Nueva York. Lo que empezó como una coincidencia se convirtió en una historia de amor tejida con entrega, lealtad y una presencia que nunca fallaba. Se casaron en 1975 y construyeron un hogar lleno de cariño, alegría y valores que trascendieron generaciones.
El amor de Expedito se demostraba con hechos—en sus sacrificios, en sus consejos, y en su forma tan presente de estar ahí para los suyos. Fue un pilar para todos los que lo conocieron, un cuentacuentos, un chistoso, y una presencia viva que se sentía y se respetaba. Su risa contagiaba, y sus palabras se quedaban grabadas en el alma.
Le sobreviven su querida Ramona, tres hijos, nueve nietos y un bisnieto. Aunque ya no esté físicamente con nosotros, el amor que sembró y esa presencia firme en la que siempre confiamos siguen floreciendo—vivos en cada recuerdo, cada historia y cada vida que tocó.
Born in Los Ranchos de Babosico, Santiago de los “29” Caballeros, Dominican Republic, Expedito was known for his integrity, playful sense of humor, and unwavering love for his family.
As a child, he helped on the family farm and earned the nickname "La Carpa" for his love of swimming in El Río Yaque del Norte. At 18, he left the Dominican Republic with just $20 in his pocket and set out for New York City. He began washing dishes at the Four Seasons and later became a skilled technician, building a life grounded in perseverance, hard work, and the kind of dignity that never got in the way of a good joke.
In 1970, he met Ramona while she was visiting New York. What began as a chance encounter became a lifelong partnership built on dedication, loyalty, and a love that stood the test of time. They married in 1975 and created a home full of warmth, joy, and values that shaped generations.
Expedito’s love was evident in everything he did—from the sacrifices he made to the wisdom he shared, and the way he cared for others. He was a pillar. A storyteller. A jokester. A powerful presence that everyone felt and respected. His laughter filled the room, and his words left an imprint.
He is survived by his beloved Ramona, three children, nine grandchildren, and one great-grandchild. Though he is no longer with us, the love he gave—and the steady presence we could always rely on—lives on in every memory, every story, and every life he touched.
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